9.3. La masturbación como técnica esterial del autoplacer

El pensamiento estimula a los nuevos educadores de sexo en sus incesantes esfuerzos para recalcar una naturaleza individual más bien que interpersonal de la actividad sexual. Buró y Meeks, por ejemplo, describen el coito brevemente pero dedican páginas a las “cuatro fases de respuesta sexual” de los individuos aislados. Ellos comparan la respuesta sexual a una persona “saltando un listón de competición” y sugieren que profesores subalternos de escuela superior discutan en profundidad “los sentimientos de la persona (singular), no de las personas (plural) acerca de la excitación sexual y el orgasmo.
De acuerdo con este enfoque del individuo aislado, la masturbación resulta la forma reexpresión sexual más altamente recomendada. Más claramente, por supuesto, como los educadores de sexo admiten fácilmente, el embarazo es imposible. Pero la masturbación tiene otros beneficios, “el sexo es demasiado importante para mezclarse con el sentimiento”, una máxima de Planned Parenthood para consejo de los adolescentes. “Si te sientes atractivo, por amor de Dios admítelo para ti mismo. Si el sentimiento y tensión te molesta, puedes masturbarte. La masturbación no puede hacerte daño y te hará sentirte más relajado”. El preeminente educador de sexo Peter Scales coincide: “Si fuéramos un poco más positivos respecto a la masturbación, podríamos ayudar a gran cantidad de personas a aliviar la tensión sexual y librarlas de ir a experiencias sexuales que realmente no desean tener y que no están preparadas para manejar”. Para no ser menos, Calderone y Johnson enseñan que “la masturbación para experimentar placer ocurre en la vidas de la mayoría de la gente con sólo efectos positivos – a menos que por ella se sientan inquietos o culpables”-. La recomiendan para los pequeñitos, niños, jóvenes y adultos “también de edad avanzada”; y “a veces en situaciones penosas tales como enfermedad o separación de la pareja por… viaje, muerte, o divorcio, pero ordinariamente como una parte de la vida ordinaria”. Y, más enfáticamente, es de gran importancia “en el desarrollo de un fuerte sentido del Yo”.
Como los educadores de sexo creen que las muchachas son menos apropiadas que los muchachos para descubrir sus “órganos de placer” espontáneamente, prestan especial atención a las muchachas jóvenes en la localización de los clítoris y censuran a los padres que ocultan esta esencial información a sus hijas.
El hincapié sobre el Yo se lleva a cabo en los ejercicios corrientes de “clarificación de valores”. “¿Quiénes son todos los otros? Y ¿qué hacen ellos en mi vida?”, pregunta Sidney Simon en su “Llegué a un acuerdo con sí mismo: 31 estrategias de clarificación de valores para la vida diaria”. Un diagrama pinta “Yo” en el centro de la página, rodeado por “padre-guardián”, “jefe igual”, “profesor importante”, y otros (pero no hermanos o hermanas). La importancia de “autoconceptos sanos”, “autoestimación”, y “auto-aceptación”, “reglas supremas”.
El Yo como centro de “técnica de toma de decisiones” recibe una atención concentrada. A los niños se les dice que ellos deben elegir no sólo su propio comportamiento sino sus propios valores, bajo la dirección, por supuesto, de sus profesores de sexo. Les animan en edades tempranas a criticar las normas de sus padres y las enseñadas por una religión organizada.

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