1.7. Se configura de modo internacional la ideología de género

Es el último paso de todo el proceso que estamos siguiendo y configura el ambiente en el que vivimos actualmente cuyo inicio se puede fechar en los años 80. Su principio se remonta al informe Kinsey en los años 50, pero alcanza una determinación definitiva tras los primeros efectos de la revolución sexual. La denominada teoría del género, se fundamenta en la consideración de que la sexualidad como configuración personal no es el desarrollo de un impulso natural, sino que se realiza según la propia voluntad. No se habla de sexo masculino y femenino sino de "género" para indicar que el sexo en cuanto tal es biológico, pero en cuanto "género" es cultural. Caben entonces otros "géneros" además del masculino y femenino, los que se manifiestan en los distintos tipos de homosexualidad que se van a considerar al mismo nivel que los anteriores. Desde el postulado de la igualdad radical, se va a exigir consecuentemente una "neutralidad" por parte de la sociedad para no imponer un género sobre otro. Al plantearse estas actuaciones desde la igualdad y la tolerancia va a difundirse con gran éxito en los círculos políticos sin casi oposición.
La repercusión cultural de la teoría del género no se alcanza por medio de un desarrollo ideológico, sino por su influencia en el momento de constituir las resoluciones políticas acerca de la familia.
Dentro del desarrollo de la revolución sexual anterior, la aparición de la teoría del género sirvió a modo de procedimiento para rectificar ante algunos datos que desmentían predicciones anteriores que se demostraban inadecuadas. El tiempo había dejado de manifiesto la persistencia de la familia y todavía es notoria la gran importancia social que conserva ésta en España. Ante este hecho indiscutible, la posibilidad de seguir planteando el contenido de la revolución sexual exigía cambiar de estrategia. La solución que se ofrece es aceptar seguir hablando de familia, pero dentro de un abanico de "modelos familiares" electivos para los que se pide el mismo tratamiento. Con este artificio dialéctico se busca amparar los contenidos de la revolución sexual en un entorno de ambigüedad sobre la familia a la cual se la priva en su contenido y deja de incluir un tipo determinado de relaciones sexuales.
Todos estos elementos pasan a configurar un bloque definido de afirmaciones que configuran la propuesta que va a circular en los tratados internacionales sobre la población o la mujer. En estos encuentros se ha aplicado sistemáticamente la "teoría del género" con los siguientes principios sostenidos por medio neologismos terminológicos: 1º "derechos sexuales" que se identifican con la posibilidad de hacerlo fuera del ámbito matrimonial; 2º los "derechos reproductivos" por la necesidad de limitar los nacimientos, por todos los medios posibles, incluido el aborto pues es el último recurso cuando los demás fallan; 3º los "modelos familiares", consideración ambigua de la familia, sin definir y abierta a la homosexualidad.
Con este último paso hemos llegado a la configuración del auténtico pansexualismo actual del que comenzábamos hablando. El efecto último que se alcanza con este proceso es especialmente pernicioso: la separación de la sexualidad del amor. Es la ruptura más radical porque influye en la raíz misma de la moralidad de la sexualidad que se funda en la tarea personal de unir la sexualidad a la vocación al amor. Una vez realizada esta separación la sexualidad se convierte en un perfecto material de consumo. Esta es la novedad acaecida en estos últimos veinte años que ha conducido al ambiente pansexualista que ahora se observa en toda la cultura Occidental.

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