9.1. La estrategia de la educación sexual

Desde la mitad de la década de los años 70 en los Estados Unidos, el reproche de “ignorancia sexual” por los supuestamente altos índices de embarazo adolescente ha sido un buen argumento de venta de los nuevos programas de sexo. El campo promocional se consideró de tan amplio espectro público que el Instituto Alan Guttmacher, brazo “investigador” de Planned Parenthood, publicó dos folletos ampliamente difundidos sobre la llamada “epidemia” de embarazo adolescente y lanzó un bombardeo de medios de difusión con el eslogan “1 millón de adolescentes embarazadas”. Sin embargo, el esquema falló cuando los estudios estadísticos mostraron que no sólo todas las adolescentes embarazadas eran ya familiares con la contraconcepción, sino que el embarazo de adolescentes creció realmente cuando se introdujeron los nuevos programas de sexo, y mayormente en las áreas que habían recibido los gastos más copiosos.
Pero a pesar del fallo de los objetivos confesados, continuaron los programas cuidadosamente diseñados hacia el real objetivo demográfico. Con una incansable insistencia sobre “clarificación de valores” ellos procuran inculcar “aprendizaje afectivo” (frente a “aprendizaje cognoscitivo”), método que es esencial a sus éxitos. La convivencia de familias pequeñas, tanto por razones individuales como sociales, se recalca constantemente. Una guía típica de plan de estudios pide que los niños discutan “los problemas que se eliminarían si yo fuera el único niño”, y analicen las “hostilidades” entre hermanos y hermanas, y los “conflictos” de familia. La guía pide que los niños decidan si ellos son “material de los padres” y ofrece una lista de “razones para tener niños”, entre ellas: “probar su feminidad o virilidad (¡Yo puedo tenerlo!)”; compensar su propia infelicidad de la niñez”; “volver a sus padres”; y otros motivos, sugiriendo todos ellos que las personas que quieren hijos deben ser, al menos, socialmente inadecuados, y, más probablemente, psicológicamente trastornados. El lenguaje no es único, aparece en un número de guías locales. Aunque aparentemente preparadas localmente y financiadas bajo subvenciones separadas del Estado y federal, las guías de planes de estudio locales duplican gran parte de los contenidos de otras con secciones enteras fotocopiadas de una fuente común.
Los programas se concentran en cuán difícil es criar hijos y cuán inatractivos son realmente; “los pequeñitos no son pequeñas cosas dulces. Se hacen pis y ensucian, se ponen enfermos, es muy caro cuidarlos”, avisa un panfleto de Planned Parenthood. Y en la misma línea otras guías avisan que se estima que la educación de un niño hoy en día cuesta de 70.000 a 100.000 dólares (sin incluir la pérdida de ingresos de la madre), y que “los pequeñitos necesitan atención y cuidado las 24 horas del día” y frecuentemente estropean los matrimonios haciendo a sus padres “celosos” y a sus madres “agotadas”.
Las “estrategias de clarificación de valores” usadas tan extensamente en modernas clases de sexo llevan a cabo los temas. En “Llegue a un acuerdo con sí mismo: 31 estrategias de clarificación de valores para la vida diaria”, de Sydney Simon, aparece el siguiente ejercicio:
El problema de población es muy serio e implica a cada país del planeta ¿Qué pasos alentaría usted para ayudar a resolver el problema?
… voluntariado para organizar centros de información de control de nacimientos en el país.
… unirse a un grupo de presión a favor del aborto.
… alentar la limitación de dos niños por familia y esterilizar a los padres para prevenir nacimientos futuros.
Los programas suministran visitas a escuelas, conferencias y distribución de literatura de grupos antinatalistas Planned Parenthood, Crecimiento Cero de Población, y la Alianza Nacional para Paternidad Opcional, anteriormente conocida como Organización Nacional de No-Padres. Los programas de sexo instruyen a los niños en todos los métodos de bloquear la fertilidad – contracepción, esterilización, y aborto -. Les hacen aprender a los niños los números de teléfonos de control de nacimientos y clínicas de aborto y las rutas de autobuses hasta ellas.
Enseñan a los niños que todos los servicios para parar la fertilidad están disponibles libremente sobre una base “confidencial” – es decir, nadie lo dirá a sus padres – y les ilustran de cómo llegar legalmente a “emanciparse” de sus padres. A los niños se les requiere que elijan entre las diversas opciones en el caso de un embarazo no planificado, para decidir si es mejor tener un aborto o dejar nacer a un niño no deseado. Ellos toman a su cargo una de las opciones enseñándoles el mandato de Sol Gordon, “nadie tiene el derecho de traer un niño indeseado al mundo”.
Los niños de doce años entran en el campo de ir a las tiendas de drogas, donde comprueban la disponibilidad de productos contraceptivos, y van a través de una clínica de control de nacimientos “desde el principio al fin”, rellenando un curso de paciente. En estas excursiones ellos son invitados a participar en un examen de grupo de órganos genitales de los demás con objeto de demostrar la inserción de un diafragma.
Los programas de escuela también explican otros aspectos de la agenda del control de población. Analizan, con considerable profundidad, la criba genética y el aborto selectivo de niños que se sospecha tienen el síndrome de Down o similar. Aunque la eutanasia no se expone directamente todavía, el programa de California llama la atención de los estudiantes sobre el “proceso de envejecimiento”, presentando este tema a discusión: “A veces el abuelo es primoroso; otras veces, él se quita los pantalones y defeca en el suelo - ¿qué va a hacer con el abuelo…?”
Los educadores de sexo se insinúan en las vidas de los niños en sus primeros años, no más tarde que el jardín de infancia y, si es posible, a los tres años, bien mediante las guarderías o a través de sus propios padres (adecuadamente enseñados, por su puesto, en modernas clases de “paternidad”). El objetivo de estos precoces esfuerzos es acostumbrar a los niños a “abiertas” y explícitas discusiones de sexo y a plegar sus actitudes con relación a la vida de familia – sexo para el placer más bien que para la procreación – y su identidad de género.
Empezando con un “turno de baño” para un grupo mixto de jardín de infancia o escuela de guardería, el proceso de insensibilización empieza designando y explicando las partes genitales masculina y femenina y la unión sexual. El proceso continúa a través de la niñez y adolescencia. Cuando los niños están en el séptimo grado, ellos dominarán los asuntos de ovulación, unión sexual, fertilización, anatomía (incluidos ovarios, trompas de Falopio, útero, vagina, himen, labios vulgares, clítoris, escroto, pene, testículos, próstata, glándula de Cowper), erección, eyaculación, orgasmo, genética, desarrollo embrional, etapas de nacimiento, amamantado, biberón, y control de nacimientos.
En el caso de que la profunda intensidad del programa parezca asombrosa, recuérdese que los educadores sexuales miran el mismo sexo como la personalidad total. Como establecen los “Principios Básicos a la Educación de Sexualidad se refiere a la totalidad de ser una persona… como función de la personalidad total implica a las variables de la vida biológica, psicológica, sociológica, espiritual, y cultural, las cuales, por sus efectos sobre el desarrollo de la personalidad y relaciones interpersonales, pueden a su vez afectar la estructura social”.
Una típica guía de plan de estudios local lo dice más sencillamente: “La sexualidad humana es todo lo que una persona ve como ELLA MISMA”. Si el ser humano es el adecuado ámbito de los educadores de sexo, como ellos reclaman, el resto sigue claramente como la noche al día.
En la escuela superior la instrucción llega a ser aún más absorbente personalmente. Los estudiantes trabajan en parejas chico-chica sobre “hojas de definición fisiológicas” en que ellos definen “juego previo”, “erección”, “eyaculación” e intimidades semejantes. Ellos discuten si están satisfechos con su tamaño de órganos sexuales, y toman parte en grupos mixtos de “dibujo-corporal” en que dibujan y rotulan penes, testículos, escrotos, vaginas, clítoris, vulvas, labios, etc. Rellenan cuestionarios sobre la frecuencia en que se ocupan en fuertes caricias, masturbación, y contacto sexual. Ellos “hacen el papel” de jóvenes que han tenido relaciones sexuales “durante largo tiempo”.
¿Cuál es la razón de la incesante invasión de la intimidad personal de los estudiantes? A veces ellos hablan de elaborar “confianza y participación”, como en el ejercicio de dibujo corporal. O, entre otros exaltados fines, ellos citan la intención de eliminar miedos y ansiedades” e “iluminar un negro dogma antisexo basado en errores y condiciones de vida reales que ya no existen”. Cualesquiera que sean las metas, un resultado es cierto: si los programas operan, ellos deben derribar todas las reservas personales sobre asuntos sexuales. Las autoridades ya no tienen que preocuparse de un pueblo que mira las actividades sexuales como privadas. Ya no necesitarán información referente a comportamiento sexual de los ciudadanos; y ya no estarán excluidos de los consejos personales de los ciudadanos. Como indica un artículo, los educadores de sexo quieren llegar a ser nada menos que “los mejores amigos en el mundo adulto que muchos de estos estudiantes han tenido jamás”. La clara conveniencia para fines de planificación de población es estímulo embriagador para los buscadores de poder.
En algunos casos, en respuesta a fuerte presión de los padres, los promotores de educación sexual en escuelas han modificado sus programas, yendo tan lejos como a incluir la abstinencia sexual como un método de evitar embarazos. Pero el “trust” permanece: “la superpoblación” está engullendo el planeta y la gente joven “responsable” puede responder a esta amenaza haciéndose más “abierta” a su sexualidad y obteniendo servicios gratis y confidenciales de control de nacimientos, los cuales se han demostrado en clase, procedentes de la clínica próxima de Planned Parenthood, cuya señas se les dieron en la propia clase.

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